La manera más simple de controlar la velocidad de un motor de corriente continua es dosificar la corriente que circula a través de él. Esto se puede hacer con un potenciómetro o reóstato pero esta configuración tiene un problema: el reóstato o el potenciómetro disipa mucha potencia y tiende a calentarse. Esto significa que se debe utilizar un componente especial que además de caro no es muy fácil de obtener. Una posibilidad mejor consiste en utilizar un potenciómetro común en un circuito en el que un transistor es el que dobla la corriente a través del motor. Esta configuración se muestra en la figura y utiliza un transistor NPN de potencia que debe montarse en un radiador de calor. El potenciómetro P1 controla la corriente de base del transistor (de pequeña intensidad) que, a su vez, controla la corriente de colector que es la corriente principalmente del motor (de mayor intensidad). Combinando este circuito con un inversor de rotación podemos controlar de modo perfecto un motor, llevándolo a cualquier velocidad en cualquier sentido de rotación.